La instalación performance Shrink 01995 del reconocido artista belga Lawrence Malstaf se sitúa en la frontera entre lo visual y lo teatral, y representa la naturaleza extraña del mundo que habitamos hoy en día. El proyecto forma parte de una serie de obras que exigen al visitante adaptarse a una situación nueva y desconocida.

La adaptación es una cualidad que ha sido fundamental en nuestra evolución como especie. Sin embargo, en los últimos tiempos, hemos empezado a cambiar nuestro entorno en función de nuestras necesidades y deseos, en lugar de al revés.

La pieza Shrink 01995 es interpretada por diferentes performers que se encuentran suspendidos verticalmente en el aire dentro de dos grandes láminas de plástico transparente. Un dispositivo succiona el aire entre ellas, mientras sus cuerpos se mueven lentamente pasando de una posición casi embrionaria a otra que se asemeja a una crucifixión, para acabar congelándose gradualmente entre micropliegues.

Dentro de esta instalación, dejarse llevar y adaptarse a los pliegues y la presión dentro del plástico es la única opción posible. Es en ese momento en el que la experiencia se transforma en algo tranquilo e incluso reconfortante, en un espacio en el que se pierde la noción del tiempo.

Una alegoría de la vida real en la que, en algunas situaciones, si uno se resiste e intenta utilizar la fuerza y el control, las cosas se ponen difíciles.